Estaba destrozada, no podía creer que jamás lo volvería a ver, todo paso tan rápido y ahora nos encontrábamos en el funeral.
Sentí una mano en mi hombro, era tan parecida a la suya pero no podía ser, sentía como se desvanecía su tacto que siempre fue tan cálido, este más bien se sentía distante, me volteé a ver quien era el dueño de la mano y me quedé paralizada, el estaba muerto y sin embargo estaba ahí parado sonriéndome y con su mano en mi hombro, ¿acaso me estaba volviendo loca?
-Todo esta bien cariño, no te preocupes.
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